El cuento del cortador de bambú
O El cuento de la princesa Kaguya, la princesa de la luna
Cuento del bambú (Tosa Horomichi)
El cuento del cortador de bambú” (竹取物語, Taketori Monogatari) es un relato japonés del siglo X, considerado el monogatari más antiguo. La historia narra la vida de Kaguya-hime, una princesa celestial encontrada en un tallo de bambú, con una profunda influencia en la cultura japonesa, inspirando diversas obras artísticas a lo largo de los siglos.
Nacimiento de Kaguyahime
Hace muchos años, un cortador de bambú se encontró con un bambú cuyo pie resplandecía. Intrigado, se acercó y vio que el resplandor venía de su interior, y al cortarlo, se encontró con una pequeña niña del tamaño de tres sun, lo equivalente a aproximadamente 9 centímetros, sentada en su interior y rodeada de aquel resplandor. El cortador supo entonces, que esa pequeña niña estaba destinada a ser su hija.
Con el paso del tiempo, el cortador de bambú siguió encontrando bambúes resplandecientes, pero esta vez con oro dentro, haciéndose cada vez más rico. Al mismo tiempo, la pequeña niña en solo tres meses creció del tamaño de un adulto, su belleza también creció y esta llenaba de felicidad al cortador de bambú y a su esposa.
El cortador de bambú se hizo rico y poderoso por la cantidad de oro que se encontraba en los bambúes, y al llegar la niña a la mayoría de edad, decidió llamar a un sacerdote de la corte real para decidir su nombre, quien al ver su incomparable belleza, le puso de nombre “Nayotake no Kaguyahime”, es decir, la resplandeciente princesa del bambú flexible, pues la luz simbolizaba a la belleza, y Kaguya resplandecía como ninguna otra.
Los festejos por el la mayoría de edad de la princesa Kaguya se dieron con grandes banquetes durante tres días y tres noches, la belleza de Kaguya había llegado a los oídos de todos los hombres del país, los nobles y los no tan nobles se volvieron locos por casarse con la princesa, era tan difícil verla que tenían que pasar la noche fuera del palacio esperando una oportunidad para verla o que saliera a alguien que le pudiera hacer llegar un mensaje.
Los pretendientes
Con el paso de los días los pretendientes se fueron resignando hasta quedar solo cinco de ellos, quienes tenían fama de entender el amor y estaban decididos a conquistar a Kaguya. Pasaban noches enteras sin comer fuera del castillo, mandaban cartas que nunca eran respondidas y le rogaban al cortador de bambú que dejara ver a su hija, soportaron el frío del invierno, el calor de la primavera y los truenos del verano, pero todo era en vano.
El cortador de bambú, al darse cuenta de lo que sucedía, habló con la princesa Kaguya, le hizo saber que era un anciano y que su vida acabaría en cualquier momento, sabiendo que era un ser fuera de lo común, le contó que en este mundo el hombre se une a la mujer para formar una familia, y que antes de llegar el día que él muriera, debería tener una familia.
Kaguya le contestó que no sabe si ella es una mujer hermosa, y que tampoco sabe si el amor que tanto le prometen es real, es por esto que vive atormentada por el miedo de arrepentirse después de casarse, no podría casarse sin asegurarse de que el amor de los nobles es real.
La princesa decidió entonces hacer una prueba para asegurarse de que el amor que le prometen es real, le pidió a su padre que hablara con los nobles y les dijera que aquel que traiga lo que desea, será con quien se case.
Las cinco peticiones
Al día siguiente los cinco pretendientes se encontraban fuera del castillo, por lo que la princesa Kaguya le pidió a su padre que les comunicara a cada uno de ellos lo que deseaba que le entregaran.
– Al Príncipe Ishitsukuri le pidió encontrar el legendario Cuenco de Piedra de Buda.
– Al Príncipe Kuramochi le hablo sobre una rama que desea, de un árbol cuya raíz es de plata, su tronco de oro y sus frutos son perlas.
– Al Ministro Abe no Miushi le encargó piel de ratón de fuego, una tela que al ensuciarse, puede ser purificada al quemarla.
– Al Gran Consejero Ōtomo le pidió un collar de cinco colores que se encuentra en el cuello de un dragón.
– Al Gran Consejero Isonokami le pidió encontrar una concha koyasugai, concha que nace de las golondrinas.
Los cinco príncipes, al escuchar que los deseos de la princesa eran materiales que no se sabía de su existencia, regresaron a sus hogares desilusionados.
A pesar de la desilusión, el Príncipe Ishitsukuri se negaba a vivir sin ella, por lo cual mandó un mensaje a la princesa diciendo que ese mismo día partiría en busca del cuenco de piedra de Buda. Tras tres años de búsqueda, el príncipe encontró un viejo cuenco en un monasterio, el cual envolvió en seda y le ató flores, para ser llevado a la casa de la Princesa Kaguya.
La princesa, extrañada por haber recibido el cuenco, lo desenvolvió y encontró en él una carta con un poema del príncipe, sin embargo, el cuenco no resplandecía con el característico azul oscuro que cuenta la leyenda del Cuenco de Piedra de Buda, por lo que decidió devolverlo. El príncipe mandó cartas con excusas, diciendo que el cuenco dejó de brillar al compararse con Kaguya, sin embargo, la princesa no quiso leer sus cartas.
La rama de gemas de Hōrai
El Príncipe Kuramochi por su parte, fingió que salía a navegar en busca de la rama que se le había encargado, sin embargo, lo que en realidad hizo fue reunir a seis de los mejores orfebres, es decir, artesanos dedicados a crear trabajos artísticos con metales preciosos, y tras reunirlos, construyó una casa en un lugar recóndito donde no lo encontraran, y dentro de ella un horno, en el cual, con la ayuda de los artesanos, fabricaron una rama de gemas que le costó todos los recursos de sus dieciséis fincas, dando como resultado una rama tan preciosa como la que describo la princesa Kaguya.
El príncipe se las arregló para que en el pueblo corriera el rumor de que había vuelto de su viaje con una flor de Udonge, legendaria flor budista que se dice florece una vez cada tres mil años. El rumor llegó hasta la puerta de la princesa Kaguya, poniéndola muy nerviosa y con el corazón destrozado.
Ese mismo día, el Príncipe tocó a su puerta, pidiendo disculpas por llegar con el horrible atuendo que utilizó en su viaje, y le dijo al padre de Kaguya que consiguió la rama que la princesa había pedido, casi a costa de su vida.
El padre de la princesa le dijo que debía casarse con el príncipe, pues había cumplido su palabra, sin embargo, sumida en su tristeza, admitió que pidió cosas imposibles porque le apenaba rechazar todo lo que su padre le pedía. El padre de la princesa permitió al príncipe entrar en la habitación, donde le preguntó cómo obtuvo tan hermosa rama.
El príncipe respondió entonces, que salió a navegar en busca de la rama, pero navego sin rumbo, el mar intento hundirlos, en una isla pelearon contra demonios y en otra comieron las pocas raíces que encontraban, incluso pelearon con monstruos que intentaron devorarlos, hasta que, tras quinientos días navegando, se toparon con una montaña, en la cual una doncella celestial les dijo que se encontraban en el monte Hōrai. El monte era de una hermosura incomparable, con flores nunca antes vistas, cascadas y puentes de joyas, y un árbol resplandeciente del cual cortó la rama, pero al hacerlo, aun rodeado de tanta belleza, su corazón le pidió que volviera con la princesa.
Mientras el príncipe contaba su historia, seis hombres aparecieron en el jardín acompañados de una carta, pidiendo al príncipe que les pague por el trabajo realizado. La princesa Kaguya, ante aquella situación, tomó la carta en la cual contaban que junto con ellos, el príncipe se encerró dentro de una casa durante mil días para crear aquella rama, y que los artesanos aún no habían recibido su paga.
La princesa, tras leer la carta, pidió de manera sonriente a su padre que devolviera la rama, pues era una gran mentira, a lo cual, apenado, el príncipe se retiró del lugar. La princesa pago el trabajo a los artesanos, diciendo que le habían traido gran felicidad con aquella carta, sin embargo, al retirarse, sus pertenencias fueron robadas por los guardias del príncipe, y el príncipe, enojado por el descubrimiento de la gran farsa que había montado, se fue al bosque y desapareció.
La piel del ratón de fuego
El ministro Abe no Miushi envió una carta con una inmensa cantidad de dinero a un importante conocido de nombre Ōkei, en China, en busca de la piel de ratón de fuego, sin embargo, solo recibió como respuesta una carta diciendo que aquella piel existe solo en los relatos, pero, que si esta existiera, la encontraría en la India, y que iría a buscarla.
Al cabo de un tiempo, un cofre de Ōkei llegó al ministro, en ella decía que había conseguido la piel de ratón de fuego, traída por un sabio de la India hasta un monasterio en las montañas occidentales, y que había tenido que pagar el dinero enviado más cincuenta monedas de oro, oro que tenía que devolver o de otra manera tendría que devolver la piel de ratón de fuego, que se encontraba en el cofre.
El cofre brillaba de diversos colores, y dentro de él se encontró con una piel del azul más profundo del cielo y con unas puntas que relucían como el oro, entonces, el ministro guardó la prenda y se arregló para ir con la princesa Kaguya.
Al llegar el padre de la princesa le entregó la piel, sin embargo, Kaguya dijo que es una piel extraordinaria, pero que nada le aseguraba que fuera la verdadera, por lo cual, le dijo que solo si la piel no ardía en el fuego, aceptaría casarse con el ministro. El ministro intentó evadir la propuesta, sin embargo, no tuvo más opción que lanzarla al fuego. La prenda ardió en el fuego, llenando de alegría el rostro de Kaguya, pero de enojo el del ministro, quien se retiró con su prenda quemada.
La joya del cuello del dragón.
El gran consejero Otomo no Miyuki convocó a todos quienes le servían en el palacio, declarando que le concedería la petición que deseara a quien consiguiera la joya que resplandece con cinco colores, encontrada en el cuello del dragón. Sus servidores, convencidos de que era una petición imposible, no tuvieron más remedio que aceptar sus órdenes, y salieron en busca de una joya que pensaban no existía.
Pasó un año y el consejero no recibió noticias de sus servidores, con la paciencia agotada, decidió ir en busca de la joya el mismo. Navegó por diversos mares, hasta que un día, se encontró con una enorme tormenta y no tuvo más remedio que rezar hasta que los relámpagos se alejaron. Pensó que esto había sucedido gracias a sus rezos, por lo cual, decidió tomar el viento a favor; tras tres días navegando, llegó a una playa, sin embargo, esta isla no pertenecía a otro lugar que no fuera del que emprendió su viaje, y entendió entonces, que no podría obtener esa joya, pues era un dragón de trueno el que la poseía.
Tras volver a su palacio se encontró con sus servidores, a quienes no regaño, pues ahora sabía que había hecho una petición imposible, y pensaba que Kaguya había hecho esa petición con la intención de que murieran en el transcurso de la búsqueda. Kaguya escuchó aquella historia, la cual le causó tanta risa que sentía que rompería su vientre, y se llenó de felicidad al saber que una vez más, no tendría que casarse.
Koyasugai de golondrina.
El segundo consejero, Isonokami no Marotari, ordenó a sus servidores que le avisaran cuando las golondrinas hagan sus nidos, para recoger la concha koyasugai, sin embargo, estos le dijeron que aquella legendaria concha solo aparece, no se sabe como, cuando las golondrinas ponen huevos, y que si un humano lo ve, desaparece.
El consejero ordenó a sus servidores vigilar los tejados y conseguir la concha cuando las golondrinas empiezan a reproducirse, sin embargo, asustadas por la presencia de los hombres, las golondrinas ni siquiera se acercaron al tejado.
Un anciano entonces le dijo al consejero que la única manera de conseguirlo, era esconderse y que solo una persona subiera cuando las golondrinas pongan huevos, siendo elevado por cuerdas que los demás jalarían desde lo lejos.
El consejero entonces puso el plan en acción, pusieron canasta y cuerdas en el tejado del almacén del palacio, y al llegar la noche, cuando las golondrinas levantaron la cola y dieron siete vueltas, subió uno de sus servidores, pues esa era la señal de que estaban poniendo huevos. Al llegar al nido, el servidor no encontró nada, lo cual enfureció al consejero y decidió hacerlo él mismo.
El consejero se colocó en la canasta, y al ver a las golondrinas levantar la cola y dar vueltas, dio la señal y lo subieron hasta su nido. Al tocar algo con su mano, gritó que lo bajaran de prisa, los servidores, intentando bajarlo con prisa, jalaron tan fuerte de la cuerda que esta se rompió, dejando caer al consejero de boca y perdiendo el conocimiento. Al regresar en sí, se dio cuenta de que lo que había tomado, era solo excremento seco de las golondrinas, tras enojarse, se empezó a marear, pues se había roto la cadera. El consejero le escribió una carta a la princesa Kaguya contando lo sucedido, pero apenas terminó de escribirla, dejó de respirar.
La caza imperial
La fama de la princesa Kaguya llegó hasta el emperador, quien mandó a una dama a confirmar la belleza de la que tanto hablan, pero la princesa se negó a ser vista por quien haya sido enviada por el emperador. El no dejarse ver solo llamó la atención del emperador, quien tras esto, envió a un mensajero, invitando a la princesa a su palacio para verla con sus propios ojos, pero ésta se negó. La decisión de no acatar las órdenes del emperador lo sorprendió mucho, lo consideró un acto irrespetuoso y llamó aún más su atención, por lo cual, le dijo al padre de Kaguya que si la traía al palacio, le otorgaría el título de noble.
Su padre intentó convencerla, pero ella se negó, diciendo que si la forzaban a ir con el emperador, entonces haría todo lo posible para hacerlos nobles, y tras eso, se suicidaría, lo cual asusto a su padre, quien decidió ir al palacio y contarle lo sucedido al emperador, dejando en claro que lo primordial era la seguridad de su hija; sin embargo, el emperador le ofreció visitarlos, lo cual acepto sin ningún remedio.
Al llegar el emperador al hogar de la princesa, se encontró con una persona increíblemente bella, con un resplandor que parecía iluminar los alrededores. La princesa intentó huir, pero el emperador la tomó de la manga, declarando que no la dejaría ir. La princesa le dijo entonces, que si perteneciera a este mundo, entonces tendría que acatar sus órdenes, pero no es así. El emperador no le dio importancia y decidió llevarla de cualquier manera, sin embargo, al intentar tomarla por la fuerza, la princesa se convirtió en una sombra a la cual no podía tocar, fue entonces cuando el emperador comprendió que no se trataba de una persona normal.
Resignado, el emperador le hizo saber que no se la llevaría, pero que lo dejara verla una vez más antes de retirarse, a lo cual, la princesa aceptó. El emperador agradeció a ella y a su padre, quien decidió dar un banquete antes de la retirada del emperador.
Durante las estaciones siguientes, el emperador pasó los días observando a todas las personas que le servían en el palacio, pero ninguna era comparable con Kaguya, a quien pasaba las noches escribiendo cartas, que con el tiempo, empezaron a ser respondidas, haciendo saber al emperador que a pesar del rechazo inicial, Kaguya sentía interés por él, pero no sentía que debía estar con él, por su pasado, y por quien es.
El celeste vestido de pluma
Kaguya pasó los siguientes tres años escribiendo y recibiendo cartas del emperador mientras observaba la luna, a la cual, un día miró con tristeza, preocupando a todos quienes la rodeaban. Preocupado, su padre le rogó explicaciones, a lo que Kaguya le dijo que la luna la hacía pensar en la incertidumbre y pena de este mundo.
Pasó el tiempo y la princesa siguió mirando a la luna, cada noche se sentaba en el jardín a contemplarla, durante las noches cuando la luna salía tarde se mostraba menos melancólica, pero a principios de mes, con la luna nueva, le lloraba y le suspiraba.
Un día, al salir la luna, Kaguya se puso a llorar desesperadamente, desconcertando a sus padres, a quienes les dijo entre llantos que les había estado ocultando algo todo este tiempo, y les confesó que no pertenecía a este mundo, si no, a la luna, una conexión con su vida pasada la hizo venir a la tierra, pero la hora de volver a la luna había llegado, y el día quince del octavo mes, vendrán a recogerla, y a pesar del dolor, pena y tristeza que ha cargado desde la primavera, tendrá que marcharse.
El emperador, al recibir esta noticia, ordenó que el día quince del mes, cuando haya luna llena, por decreto imperial dos mil militares cuidarán la casa de la princesa, mil de ellos en el piso y otros mil en los tejados, sin dejar un solo hueco sin cubrir.
Rodeada de soldados, y con sus padres abrazándola, la princesa les dijo que no podrían detener su partida, pues aunque quisieran, no podrían luchar contra los seres de la luna, pues son seres que ni siquiera envejecen como los de esta tierra, y aunque en la luna las preocupaciones de la tierra no existen, la llena de tristeza tener que vivir esa vida.
Al llegar la medianoche, la luna brillo diez veces más de lo normal, generando tanta luz como si fuera de día, y entonces, entre todo ese resplandor, unos seres montados en nubes descendieron hasta el hogar de la princesa kaguya, quienes defendían el hogar perdieron toda voluntad de hacerles daño, apenas podían sostenerse de pie ellos mismos.
Uno de ellos, al parecer el rey, tocó la puerta de la casa, y el padre de la princesa, sin poder controlarse a sí mismo, lo recibió. El rey le dijo que era hora de llevarse a la princesa, y de pronto todas las puertas que llevaban hasta donde se encontraba la princesa se empezaron a abrir, la princesa se levanto, y camino hasta los ojos de su padre, a quien con la cabeza inclinada le dijo que llena de tristeza y en contra de su voluntad, se tenía que ir, pero le rogó que en su último minuto en la tierra, al menos la voltearan a ver en su partida. Se quitó un vestido y se lo dio a sus padres, junto con una carta en la cual les pedía que cuando haya luna llena la voltearan a ver, pues ella estaría ahí.
Los seres de la luna abrieron dos cofres, en uno de ellos se encontraba un hermoso vestido de pluma, y en otro un elixir. Le ofrecieron el elixir a Kaguya, quien tomó un poco mientras uno de ellos intentó ponerle el vestido. Kaguya sabía que al ponerse el legendario vestido de plumas sus recuerdos serían borrados, por lo que decidió antes de ponerlo escribir una última carta al emperador, disculpándose por no haber podido estar con él, y en ella dejó el elixir del que había tomado, pues ese elixir curaba las enfermedades dadas en la tierra, incluida la muerte. Al terminar de escribir la carta, se acercó al comandante del ejército a quien le dio la carta, en ese momento, sin que se pudiera dar cuenta, le pusieron el vestido por encima, cambiando completamente la expresión de su rostro a uno sin expresión alguna, el cariño que les guardaba había desaparecido, todas las preocupaciones de la tierra se habían ido, sin una sola expresión, la princesa se montó en la nube y regreso a volando a la luna.
El humo del monte Fuji.
El emperador leyó la última carta escrita por la princesa, lo cual lo llenó de dolor y tristeza. Invadido por estos sentimientos, ordenó que se llevara la carta y el elixir a la punta de la montaña que se encuentra en la provincia de Suruga, pues era el lugar más cercano al cielo, una vez ahí, les pidió que quemaran tanto la carta como el elixir. El monte se lleno de guerreros, por lo cual decidieron llamarlo Monte Fuji, es decir, Monte de muchos guerreros, quienes quemaron la carta con el elixir, y se cuenta, hasta el dia de hoy el monte se sigue llenando del humo de aquella carta y aquel elixir.